Iluminaste las noches con tus ojos y tu sonrisa, la hermandad estaba a salvo siempre había quien cuidara a los demás me enseñaste muchas cosas pero la que ahora rescato más es que no tenga nada guardado y lo diga sin dudar.
Era un tridente marcado por mi locura, su decisión y tu fuerza juntos nada nos detenía, fueron noches incontables de alegría, diversión de buenos momentos, que siempre evoco cuando quiero soltar una sonrisa a media calle. Tu delicado vocabulario europeo que destruía egos y autoestimas resuena en mi cabeza cada vez que alguien me colma la paciencia y luego sonrío por las siglas que los representan.
Rozamos la tentación y sucumbimos en el pecado alguna vez y quizás por eso me sentí atado de manos este tiempo, madurando una culpa que sé no me la cargas y desde donde estás te ríes por ser tan tonto al creer yo que la tengo.
Tomen como lo tomen para bien o para mal, los sentimientos que se guardan se procesan una y otra ves hasta convertirse en resentimientos y para ti la vida siempre fluyó ahora desde el cielo nos vigilas y no te quiero decepcionar ya fue suficiente una vez en la tierra para que más.
Tu visita ha sido la señal mas clara para apostar por lo que está sucediendo ahora y me siento mas tranquilo, siento tu mano sobre mi cabeza, la dulce caricia de una cachetada para hacerme reaccionar y mi reflejo en verde turquesa empieza a sonreír.
Hasta pronto...