lunes, 21 de junio de 2021

Besed Sanje y la ninfa de cristal (parte 1)

Besed Sanje, cuenta cuentos de aquellos, había recorrido en su vida una decena de países buscando historias y con ellas recorrió millones de mundos que habitaban en las palabras, en las personas y en las almas, pero el  tiempo pasaba y como palabra tras palabra de este párrafo no se podía detener, conservaba en si una gran vitalidad pero un defecto de nacimiento se hacia cada vez mas notorio y es solo un decir por que sucedía lo contrario, notaba cada vez menos que ayer, sus ojos se fueron nublando con los años y sabiendo ello nunca se quejó.

Un día paseando con rumbo desconocido me topé con él y de ese encuentro rescaté...:

Caminaba por el pueblo de Atuk y a penas en la entrada vi a un figura  con el mismo destino que el mío, si un camino es largo no hay nada mejor que compartirlo, al acercarme a él vi en sus ropas los sellos de aquella lejana nación de la cual solo tengo un vago recuerdo y en su brazo tatuado en negro el sello de los condenados al abismo, no podía ser nadie mas que el mismo Besed Sanje, buen día! salude y al ver su rostro al contestar el saludo me quede sorprendido y una sonrisa se me escapó sin querer.

- No te contengas, se que no es algo que se vea todos los días - dijo en voz pausada y acompañada de una ligera sonrisa

Sobre su rostro yacían dos cristales pulidos de forma ovalada unidas por un ligero madero y ajustadas a sus orejas por dos tiras que no me atreví preguntar de que eran, nunca en mi vida había visto semejante artilugio y la curiosidad no se dejo atrapar en el silencio por lo que pregunte : que es?

- Son mis ojos sobre mis ojos, son  el regalo de una ninfa de cristal con la que me tope: y es que tras tanto tiempo, de tantos viajes, de tantos amaneceres y atardeceres, tantos días brillantes y eclipses mis ojos dejaron de mostrarme el mundo tal y como dicen que es y no lo extrañaba, viví entre sombras, siluetas y personas difuminadas en la distancia, por un momento pensé qué sería de mi, que serían de mis cuentos sino puedo ver a quienes les cuento pero decidí continuar y en ese continuar aprendí que podía verlos ya no con los ojos sino también con el corazón, con la piel, con los oidos, la nariz y hasta con la razón ... aprendí a tomar en cuenta los cambios de tonos en una conversación, a oir dentro de los silencios los latidos de quien calla, a medir la intensidad de los movimientos por el aire que desplazaban sobre mi, y descubrí entre esas siluetas y manchas la belleza que muchos no se atreven a ver; había  renunciado ya hasta al punto de confiar en mis ojos y dejarme llevar por lo extrasensorial, por mis corazonadas....

Contuvo la respiración, se podía sentir como disfrutaba aquel recuerdo y esperé que el mismo decidiera cuando continuar, que más podía hacer era Besed Sanje así tomara un vida su continuar valdría la pena...

- .... sin embargo un día, porque siempre llega el día, cruzaba entre las calles de un pueblo llamado Mesto Kureci era victima de los fantasmas del hambre el rugir de mi interior pudo haber competido con el de aquellos legendarios leones  fue allí en tan cotidiana situación que entre las sombras que me rodeaban una mano tan fría como cautivante me tomo y me llevó a un lugar lleno de aromas deliciosos, ambrosías flotantes que alimentaban mas y mas a los fantasmas que me rodeaban, su voz pausada me pregunto si deseaba elegir algo, no tuve tiempo de escoger y me dijo ya en afirmación "elije algo"... busqué sus ojos guiado por su voz, y entre todas las sombras su silueta era blanca, con una luz propia, fría como su mano pero avivó un viejo fuego en mí... aún no se si fue la expresión en mi rostro o el tiempo que demoré pero diose cuenta de mi desventaja visual y puso sus manos sobres mi ojos, mis parpados helados parecían pegarse a mis glóbulos oculares, toda la oscuridad que había se empezó a disipar y cuando todo se iba aclarando fui presa de su mirada, pude ver a través de sus manos de cristal sus bellos ojos, sus pestañas definidas una tras otra elevándose al cielo me despegaron del piso y exclamé sorprendido lo maravilloso de su belleza...


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